Windows 10 en ARM

La emulación x86 en ARM se ha vuelto lo suficientemente eficiente como para que usar Windows 10 junto a software compilado para x86 sea viable.

De la arquitectura predominante en smartphones y tabletas hemos hablado bastante en el pasado.

Hace poco menos de un año, Intel mostró su mosqueo con los desarrolladores de SoCs ARM que estaba optimizando sus micros para ejecutar código x86 a través de emulación. Hoy, esa tentativa de rivalizar con uno de los más grandes, veteranos y curtidos actores de la escena, se ha convertido en un hecho consumado.

Pero ejecutar Windows en procesadores ARM no es algo nuevo. Ya pasó hace unos años con una versión específica de Windows compilada para la arquitectura que se incluía en convertibles de Microsoft. La idea fue un fracaso rotundo debido a que sólo se podía usar software de Microsoft Store y a que el repertorio de programas era muy reducido. De esta superioridad práctica (que no técnica) de x86 frente a ARM ya hablamos hace un par de años.

Lo que venimos a mostrar hoy es algo completamente nuevo y arriesgado: usar Windows 10 x86 en dispositivos ARM a través de emulación. Aquí podemos abrir un pequeño paréntesis ya que hace un año en Hardlimit hicimos un análisis de Exagear; un emulador x86 muy eficiente para Raspberry Pi. En aquel momento descubrimos que algo así podía llegar a ser práctico si se pulía un poco y nuestro objetivo no era jugar a juegos.

Steam ejecutado en una Raspberry Pi

Para lograr un emulador eficiente se ha demostrado que no es necesario disponer de un repertorio de instrucciones propio (como VT-x, SMV y compañía) aunque queda claro que la funcionalidad se ve reducida. De momento, las tabletas comerciales ARM que vienen con Windows 10, sólo pueden ejecutar software compilado para 32 bits. En la actual era, esta es una limitación importante pero si comparamos la situación con la del difunto Windows RT, nos encontramos con que la cantidad de software disponible es varias órdenes de magnitud superior. Otra limitación muy a tener en cuenta es el hecho de que no se puede ejecutar software en OpenGL superior a la versión 1.1, que apareció en 1997. Con esto ya sabemos que para explotar la aceleración 3D, sólo tenemos disponible DirectX. A pesar de todo, todavía se puede seguir haciendo mucho con un cacharro así.

En Hardware Unboxed han analizado una tableta ARM con Windows 10:

En concreto ha hecho una comparativa entre un Snapdragon Kryo 280 contra un Celeron N3450. El primero es un procesador con 8 núcleos divididos en 2 clústers: uno rápido y otro eficiente. Los primeros 4 núcleos (los rápidos) vienen con 2 MB de caché L2 y corren a 2.45GHz. Los 4 núcleos eficientes tienen 1Mb de caché y van a 1.9GHz. El Celeron tiene 4 núcleos de toda la vida a 2.2GHz y 2Mb de caché.

En el video muestran una serie de bancos de pruebas que no se pueden ejecutar por no cumplir con las restricciones: 32 bits y OpenGL 1.1 como máximo. Entre ellos se encuentran algunas funciones de Cinebench o Sisoft Sandra. Una pena que no conozcan el banco de pruebas de Hardlimit porque resulta que sí cumple con esos requisitos.

Uno de los programas que sí han podido pasar es el PCMark 8 y los resultados no son demasiado alentadores.

Snapdragon 835 vs Celeron N3450. Fuente: Hardware Unboxed

 

Es decir, que el Celeron saca un 50% más de puntos. Para no fusilar el video (es un video interesante, vedlo), no se van a poner más capturas. Pero los resultados en otros apartados como el renderizado, las diferencias entre el 835 y el N3450 son notablemente menores. En Photoshop, el micro ARM pincha miserablemente. Y en otros campos como la de/compresión y bancos de pruebas 3D (en DirectX), el Snapdragon es más rápido que el Celeron.

Estos resultados que están lejos de ser buenos, no son desastrosos para ciertas tareas y de hecho no están mal en ciertos aspectos. Aún así, apostar por estos cacharros no deja de ser arriesgado por la novedad, así que hay que centrarse en las ventajas aplastantes. Y la principal es que el consumo energético es sustancialmente inferior y eso se nota en la duración de la batería. Pero claro, algo así sólo tendría sentido si el precio fuera reducido: un convertible con un N3450 cuesta menos de 300€. Pero ¿cuanto cuesta una tableta ARM con Windows 10? Mil euros.

Así pues, se trata de una puesta en escena muy interesante: técnicamente es un verdadero logro. Pero las cuentas fallan, y fallan por demasiado. No hace falta demasiado para que ARM pueda en un futuro cercano competir con Intel y AMD en ciertos segmentos, pero antes tienen que pulirse ciertas aristas mortales de necesidad.

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